lunes, 23 de julio de 2012

Romper el círculo vicioso

   Hace mucho tiempo una gran pensadora dijo "...paren el mundo que me apeo"(sí, Mafalda, de Quino). Y últimamente la frase me acude a menudo a la cabeza.

¿Qué es exactamente eso tan malo, grave y carísimo que impide que se pueda dejar quebrar un banco?
Por supuesto que tiene efectos negativos, sobre todo para los trabajadores de la entidad (aunque me da la impresión de que no es precisamente por ellos por los que se rechaza esta posibilidad); pero ,¿acaso prolongar esta situación agónica no está resultando aún peor?

Las cifras de recursos públicos que se están dedicando a evitar la caída de las entidades financieras son indecentes. Y lo peor de todo es que no sirven para frenar el desastre.

Lo mismo se puede decir de la deuda pública. Su coste es cada vez mayor; lo que se coloca en el mercado se dedica a pagar intereses de la deuda de emisiones anteriores. ¿Hasta cuándo? Los "mercados" siguen tensando la cuerda, se pone en duda la capacidad de los países para seguir pagando su deuda, se les rebaja la calificación, se incrementan de nuevo los tipos de interés que deben pagar para financiarse...

Se están tomando medidas que son tan solo parches. A una medida supuestamente milagrosa de un día le sigue inmediatamente una serie de críticas que la invalidan.

¿Qué se ha conseguido hasta la fecha?

Se han subido los impuestos a las clases medias y asalariadas(sobretodo). Se han congelado o bajado sueldos. Se reducen las prestaciones por desempleo y las pensiones. Se reducen las prestaciones sanitarias. Se reduce la inversión en sanidad, educación e investigación. ES DE LOCOS.

Nada de lo que se ha hecho ha parado la sangría. Pero se insiste en lo mismo.

Identifiquen a los que se están enriqueciendo con esta situación. Que les suban a ellos los impuestos. Que se les impida continuar especulando.

Alguien se está aprovechando de la debilidad del sistema financiero y político para enriquecerse.

Quizá para ese alguien se trate de un juego de poder y dinero. Para la inmensa mayoría ese juego no tiene ninguna gracia.

Y esto no es el libre mercado que estudiamos en los libros.

Están jugando con fuego.



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