martes, 4 de septiembre de 2012

Lo que nos diferencia de los criminales de ETA

   El post de hoy viene motivado por la excarcelación del terrorista Bolinaga, pero entiendo que es aplicable a cualquier otra situación similar.

Posiblemente a los que fueron víctimas de la actuación desalmada de un delincuente como el personaje en cuestión, se les revolverán las tripas al ver cómo sale de prisión sin haber cumplido la totalidad de la condena que en su momento se le impuso. Y les entiendo.

Estos desalmados amenazan, roban, extorsionan, secuestran, mutilan y matan a personas que por definición siempre serán inocentes, y siempre serán las únicas víctimas del terrorismo. No muestran ningún indicio de tener sentimientos humanos respecto a nadie que no comulgue con sus ideas. (este tipejo en concreto tuvo secuestrado a Ortega Lara durante meses en un zulo, y pretendía dejarlo morir de hambre tras ser detenido negándose a colaborar para localizar el lugar donde tenían a su víctima secuestrada y torturada).

Pero nosotros, todos los demás, no somos como ellos. Somos mejores.

Si una alimaña como él está enferma hasta el punto en que se le calculan tan solo algunos meses de vida por padecer una enfermadad incurable, aplicamos la ley y ponemos nuestra humanidad por delante de cualquier otra consideración; y les permitimos pasar sus últimos días en su casa, fuera de la cárcel (pero por supuesto bajo supervisión policial y médica).

Lo fácil sería negarles este gesto de clemencia que ellos nunca tendrían; pero nosotros no hacemos algo porque sea más fácil o más difícil, sino porque es más justo y humano.

2 comentarios:

  1. no estoy de acuerdo.los asesinos "terroriastas" han de cumplir sus penas integras.

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  2. El que se vaya a casa unos pocos días bajo vigilancia no es no cumplir la pena.
    Por suerte o por desgracia la legislación ampara muchos aspectos y algunos de ellos van en contra de nuestras convicciones, deseos o pensamientos.

    Está claro que han de cumplir la pena, pero también es cierto que en un estado democrático las reglas están dadas incluso cuando algún desalmado haya atentado contra ellas y en particular contra el bien más preciado, la vida.

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